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LECTURA

A 100 millas de Manhattan - Guillermo Fesser

2 mayo 2016

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Está crónica es muy especial para mi. Tuve el placer de asistir a una charla. En "A cien millas de Manhattan" contemplamos una América distinta. Guillermo Fesser, archifamoso exmiembro de Gomaespuma, guiado por su olfato periodístico, analiza y narra sus propias vivencias en una comunidad situada a las afueras de Nueva York. El paso de los días da pie a numerosos encuentros inesperados entre sus vecinos, en los que descubrirá que detrás de individuos aparentemente normales, se alzan personajes interesantes con vivencias sorprendentes. Con todo, este libro no es sólo un compendio de personajes alejados del American way of life, sino que entre sus páginas también hay una búsqueda, una investigación que quiere arañar en la intrahistoria más atrayente y curiosa de Estados Unidos, en los acontecimientos históricos pasados que marcaron el ritmo de su futuro.

Desde el momento en el que llegó a mis manos el libro "A cien millas de Manhattan", supe que me iba a resultar difícil hacerle la crítica. ¿Cuándo comenzó todo? En el año 2002, si no me equivoco, Guillermo Fesser y Juan Luis Cano, los miembros de Gomaespuma, cerraron temporalmente el programa de radio que llevaban emitiendo desde hacía años en M-80. Guillermo se marchó con su familia a Estados Unidos, de donde es su esposa, buscando la paz necesaria para escribir el guión de la que sería su primera película. Allí vivió durante un año y pico, y lo que vio allí pero, sobre todo, lo que escuchó, se ha convertido en "A cien millas de Manhattan". Este no es un libro de humor. Pasarás la mayor parte del tiempo que dediques a su lectura con una sonrisa en la boca, pero en realidad lo que pretende el autor es mostrarnos el modo de vida americano de una manera muy objetiva.

Son cosas tan propias del día a día del imperio que ni siquiera se suelen contar en el cine que nos exportan. Es necesaria la mirada de un extranjero para sentir la necesidad de explicarlas. Por ejemplo, ¿en cuantas películas, series o novelas nos cuentan qué cojones es el famoso sirope de arce, el que le echan a las tortitas en el desayuno?. O de qué va lo del día de Acción de Gracias, a parte de familias comiendo pavo. No lo cuentan porque todos lo saben. Pero nosotros no. Lo excepcional de esto, más aún que lo que se cuenta, es cómo se cuenta. Guillermo Fesser siempre muestra una gran ternura en las historias que narra y en la forma de tratar a los personajes que en ellas participan. Sabe que se lo puede permitir porque en realidad no son personajes sino personas y, lo que quedaría hasta cursi si lo que escribiera fuera ficción, al no serlo, hace que sintamos más simpatía por la historia. Porque Fesser mira las cosas con asombro y con curiosidad, como si estuviera en un mundo en el que todo es nuevo pero, a la vez, todo le suena ya de antes. Y consigue transmitirlo. Que no se entienda con todo esto que el libro es un panfleto pro-americano, una oda a todo lo que significan los Estados Unidos, porque no es así. Continuamente hace críticas a la ya mencionada forma de vida americana y en lo que se ha convertido. Lo que nos muestra es algo que muchos (yo mismo) no habíamos sabido ver. Que por encima de un sistema política y judicial corrupto, unas leyes antediluvianas, una hipocresía o doble moral casi legendaria, una arrogancia de imperio mundial, un sistema sanitario lamentablem una religiosidad que no se puede comprender en países modernos, etc, por encima de todo eso, está la gente. Y es aquí donde más acierta el autor, a la hora de retratar a esa gente corriente, a esas personas que merece la pena conocer.

Se podría achacar a Guillermo Fesser que, precisamente para conseguir esa empatía, las personas que aparecen en sus relatos son las que, a pesar de sus diferencias con nosotros, más se nos pueden parecer. Quiero decir con esto que no nos habla de reaccionarios, puritanos o fundamentalistas cristianos, locos de las armas y de la guerra, que también abundan por esos lares. Pero no creo que se haya hecho con esa intención. A fin de cuentas, salvo por un par de escapadas a Texas y Alaska, el autor permaneció en el noreste, donde la sociedad es más liberal y suele votar al partido Demócrata. Y que, para qué hablar de esa gente. En España también tenemos unos cuantos, y no presumimos de ellos. O no, a lo mejor sí lo hizo con esa intención. Ya dije que no tenía la esperanza de ser imparcial en este análisis.

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