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Erika Fatland - Sovietistan

14 marzo 2022

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Ya llevaba tiempo detrás de este libro, pero quería leerlo con calma. Erika Fatland escritora, periodista y antropóloga noruega que ha vivido en numerosos países y viajado por medio mundo analiza minuciosamente las cinco repúblicas de Asia Central (Turkmenistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán), emancipadas de la antigua Unión Soviética en 1991, las cuales constituyen un territorio de vívidos contrastes, donde la pobreza de los pueblos nómadas convive con las excentricidades de unos regímenes dictatoriales, y los paisajes más alucinantes de la antigua ruta de la seda se solapan con las ruinas de la utopía comunista. 

Nunca estos países habían funcionado de manera independiente hasta después de 1991. Anteriormente, habían estado sometidos por diferentes pueblos (rusos, persas, griegos, mongoles, árabes, turcos…) o, ya en el siglo XX, formaron parte del imperio soviético. Con este libro, la autora ha querido destacar las huellas que han dejado “los años de Gobierno soviético en esos países, en las personas que viven allí, en las ciudades y en la naturaleza”; además, cómo ha perdurado su cultura originaria, en muchas ocasiones asentada en valores que están en las antípodas de los que impuso de manera uniforme la Unión Soviética en todos sus territorios.

Lo que unía a Turkmenistán, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán, los países que recorre la autora, era una organización social basada en clanes, sin que existiese ningún tipo de estado, y la extensión de la cultura nómada, que condicionaba sus estilos de vida y sus fuentes de riqueza. Para la autora, ningún poder extranjero “ha impactado tan profunda y sistemáticamente en los pueblos centroasiáticos como el de las autoridades soviéticas”, pues en pocos años estos pueblos “fueron obligados a pasar de ser sociedades organizadas en clanes al socialismo puro y duro".
Hoy, son países de mayoría musulmana que han conseguido contener el avance del islamismo radical apostando por la moderación y la convivencia de religiones. También les une una tímida y desigual democracia y una peculiar manera de entender la política heredada de los años de comunismo. De hecho, todavía hoy la mayoría de estos países siguen en manos de las mismas personas que se hicieron con el poder tras su independencia. Algunos son dictaduras que han repetido en sus líderes lo peor del culto a la personalidad que se vivía en la Unión Soviética. Por ejemplo, Turkmenistán, un país de cinco millones de habitantes, estuvo controlado hasta 2006, fecha de su muerte, por Saparmurat Niyázov, que se hizo llamar Turkmenbashí, es decir, “El Líder de los Turcomanos”. Turkmenbashí cambió a su antojo los nombres de la semana y los meses y es autor del Ruhnama o “Libro del Alma”, libro de estudio obligatorio en todas las etapas educativas. Tras su muerte, se hizo con el poder su Ministro de Sanidad, el dentista Gurbangulí Berdimujamédov, que si bien renegó de las medidas más extravagantes de su antecesor, siguió alimentando también el culto a la personalidad.
Lo que está claro es que Asia Central fue siempre una encrucijada entre el Este y el Oeste. Durante los años de “El Gran Juego”, Rusia y Gran Bretaña compitieron por el control de la zona. En la actualidad, estos países se encuentran en un territorio de nadie y deberán elegir entre la influencia de China, Rusia o la Europa Occidental.

En resumidas cuentas, Erika recorre estas inhóspitas tierras y nos transmite aspectos insólitos de su milenaria historia, la dura cotidianidad de sus gentes, sometidas a disparatadas políticas económicas y sociales, y la belleza de unas regiones por las que antaño cabalgó Gengis Kan y que aún sienten nostalgia de su pasado soviético.

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