EL MUNDO DE AZCÁRATE

"Nosotros" es una novela intensa, radical y conmovedora que profundiza en el amor más allá de la muerte.
La protagonista, Irene, vive la pérdida de su esposo Marce con una intensidad casi mística, y el relato se convierte en una exploración de lo que significa amar de forma total, sin medida ni condición.
Manuel Vilas entrega aquí una obra que no habla de “superar” una pérdida, sino de transformar el dolor en una forma elevada de permanencia. Con una prosa envolvente, a medio camino entre la poesía, la confesión y la alucinación, Vilas construye una historia donde el amor no termina con la muerte, sino que se amplifica en el recuerdo, en la obsesión y en una especie de dimensión espiritual que Irene crea para seguir viva.
La novela sigue a Irene, una mujer madura y viuda, que ha perdido al gran amor de su vida, Marcelo. Su dolor es tan profundo que la frontera entre la realidad y la alucinación empieza a desdibujarse. Irene comienza a vivir acompañada por una presencia de Marcelo, que puede ser recuerdo, espíritu o delirio, pero que para ella es tan real como la vida misma. Lo que sigue es un viaje emocional, simbólico y a veces psicodélico, en el que Irene se desplaza por el mundo físico y por sus mundos internos para reconstruir el amor como una experiencia eterna y sagrada. "Nosotros" no es una novela sobre perder a alguien: es una novela sobre seguir amando incluso más allá de la muerte. Irene encarna un amor tan fuerte que desafía las leyes del tiempo y la razón.
Manuel Vilas escribe con una sinceridad desgarradora, y su obra se convierte en un canto al amor radical, al amor como destino, como religión, como forma de vida… y de vida eterna.

Irene se presenta como una mujer apasionada, culta, sensible, e incapaz de amar a medias. Irene no es una víctima pasiva del duelo, sino una militante del amor eterno. Se resiste a aceptar la ausencia y rehúye cualquier intento de consuelo convencional. A medida que avanza la novela, su dolor se transforma en una devoción trascendental, incluso religiosa, hacia Marce. Este, es el gran ausente-presente. Aunque ha muerto, está presente en todo el relato: en la memoria, en las visiones, en los sueños, en las conversaciones que Irene mantiene con él. Marce es idealizado, divinizado, convertido casi en un ser celestial. No lo conocemos directamente, sino a través de los ojos de Irene, lo que le otorga un aura de perfección amorosa.

Vilas emplea un estilo lírico y emocional, con una voz narrativa íntima y vulnerable. Hay monólogos interiores, descripciones sensoriales, y pasajes que parecen plegarias o poemas. La novela no sigue una estructura lineal convencional, sino que se mueve por impulsos, sensaciones y estados anímicos. El lenguaje es rico, simbólico, espiritual y a veces alucinado. Este estilo puede resultar excesivo para algunos lectores, pero para otros será una experiencia transformadora. Es un libro que exige entregarse emocionalmente para ser comprendido en su totalidad.