EL MUNDO DE AZCÁRATE

Ya iba siendo hora de analizar otra de las mejores series en la historia de la televisión, si es que entre clases y estudios, a poco llego a verme los 86 capítulos de una magnífica serie (aún estoy aturdido por este "polémico final").

Los Soprano es una serie de género: narra las circunstancias que rodean a una familia mafiosa de Nueva Jersey, pero resumirla así sería como no decir nada. Va mucho más allá de su género, no en la forma, pero sí en el fondo. Si The Wire es una serie social camuflada de argumento policial, The Sopranos es la serie psicológica camuflada con aventuras mafiosas.

Tony es uno de los capos de una familia mafiosa, pero sus traumas acumulados empiezan a causarle problemas cuando empieza a sufrir repentinas crisis de ansiedad que le hacen perder el conocimiento en cualquier lugar y situación. Asustado, comenzará a visitar a una psiquiatra, lo cual es un pecado mortal dentro de la mafia… así que tendrá que llevar en absoluto secreto su terapia y esconder su vulnerabilidad emocional ante los ojos de sus compinches y subordinados.

Buena parte de su éxito reside en la sorprendentemente acertada elección del actor: James Gandolfini. Si en otras series se redistribuye el peso de la narración entre varios personajes, podemos decir que Los Soprano son Tony y los demás vienen después.

El reparto está cuidadísimo y muy enfocado hacia un objetivo evidente: que casi cada personaje tenga un gran carisma y sea claramente distintivo y fácil de recordar por sí mismo. Destaco las más relevantes en mi opinión:
La de Silvio me parece una interpretación fabulosa y muy carismática y eso que es de los pocos no italoamericano,  el contrapunto de Paulie (28 veces detenido en la vida real) o Christopher Montisanti, un personaje que evoluciona bastante durante la serie, haciéndose progresivamente consciente del lugar que ocupa en el juego de lealtades de las dos “familias Soprano”: la de sangre y la mafiosa . Johnny Sack, un hombre de familia en toda regla. Inteligente, elegante, reflexivo y con una visión muy racional de los negocios y La trágica historia de Vito (basada en una historia real) que supone un giro llamativo al desenlace final.

A partir de la tercera temporada la temática materno-filial se diluye y los asuntos mafiosos protagonizan completamente la serie, pero siempre desde una perspectiva psicológica, siguiendo de cerca la evolución interior de Tony y del resto del elenco. La familia, la amistad y las relaciones siguen llevando las riendas en torno a un tema central no claramente definido, pero con el tiempo emerge por sí mismo: ¿es posible abandonar un ambiente como el de la mafia? ¿Pueden estos individuos y estas familias, que a menudo parecen normales de cara a la sociedad, convertirse de hecho en ciudadanos realmente normales?

Y llego al final, ¡dichoso final! ¿Cómo nos puede hacer esto David Chase, director y productor de la serie? Yo mismo tuve que “rebobinar” la secuencia para intentar comprender qué estaba pasando, y fue como uno de esos cuadros de colores sin sentido en donde clavas la vista y de repente aparece una imagen en 3D. Como le ocurrió a tantos otros espectadores, cuando volví a contemplar la escena empecé a comprender. Aunque no soy mucho de este tipo de finales, pero sí, he de reconocer que todo estaba allí, esos últimos 4 minutos son el resumen perfecto de lo que ha sido esta grandísima serie. Sin lugar a dudas, el final más retorcido y desconcertante que jamás haya tenido cualquier serie de televisión.